X

Racionalidad de una campaña alternativa en la Moskitia: un desafío intercultural

By Larry Montenegro Baena

En una calurosa entrevista abierta que sostuve con el Ta Upla o el Ta Upla Tara Brooklyn Rivera, diputado del partido indígena Hijos de la Madre Tierra (YATAMA), en la Asamblea General de los Pueblos de la Moskitia, celebrada a finales de febrero del año 2016: no logramos poner los puntos sobre las íes debido, entra otras razones, a las difíciles condiciones en que nos encontrábamos al momento de la charla.

Hoy, casi dos años después de aquella estimulante conversación, replantear el tema no sólo es importante por las actuales circunstancias políticas en el escenario regional, nacional e internacional, sino que también apremia por las dinámicas alternativas en las clásicas contiendas electorales que están protagonizando diferentes líderes indígenas en el continente y en el mundo entero.

Groso modo, una de las cuestiones que abordamos en aquella ocasión fue el tema de la necesidad de que YATAMA, amparado en la Sentencia de YATAMA contra Nicaragua (2005) señalada por la CI (antes CIDH), volviera al movimiento social bajo la rúbrica de formas tradicionales de organización social y política de los pueblos indígenas que están, por cierto, contempladas en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007) y en su antecedente en el Convenio 169 de la OIT, el cual fue ratificado por Nicaragua hasta el año 2010.

Ante mi insistencia de que amparados en la Sentencia de la CI, en la petición de líderes Mískitos en el extranjero que solicitan a YATAMA volver a sus formas tradicionales de organización política y sobre todo, ante la situación deplorable en que el centro político nacional relegó al mínimo espacio político a esta organización indígena al desaforarlo a él como diputado en la Asamblea Nacional.

Si existiese la posibilidad de refundar el régimen autonómico para reacomodar en esta lógica las formas nativas de elección y participación política de los pueblos indígenas – bajo sus propios mecanismos tradicionales – volviendo, de este modo, al movimiento social, Brooklyn Rivera respondió textualmente:

“ […] Somos los primeros en estar comprometidos con esa posición de que la organización indígena se quede como movimiento y no como partido. Lo que pasa es que somos víctimas a pesar de que esta sentencia lleva 10 años desde que se ha emitido porque el Estado de Nicaragua a pesar que ha asumido compromiso con nosotros y también con la comunidad internacional hasta ahora se ha negado implementar la sentencia.

Entonces ¿qué hacemos ante esa situación?. Es fácil decir que dejemos de ser una organización política que estamos participando en los procesos electorales, regionales y municipales. ¿Pero qué opción tenemos ante esta realidad?. Si no lo hacemos, sino participamos, que es la única forma de tener espacios de poder y de decisión a nivel del país, a nivel regional, municipal, para poder incidir en la vida de nuestras comunidades desde la estructura estatal, de lo contrario, somos excluidos totalmente. 

Ya que los partidos políticos son lo único que tiene la forma de control, de imposición. Entonces nos debilitaría mucho más, no habría forma posible de incidir. Simplemente tenemos que servir de escalera a los partidos, porque no tendríamos identidad propia ni presencia protagónica en estos procesos electorales. No sé si me explico. O sea, somos víctimas porque si no participamos vamos a ir remitiendo a nada nuestra presencia y nuestra acción. […]” Leer entrevista completa.

Marichuy: una campaña indígena alternativa

María de Jesús Patricio Martinez, popularmente conocida como “Marichuy” es una candidata indígena independiente cuya postulación presidencial es erigida desde la base de diferentes organizaciones indígenas y sociales de México.

Militante del EZLN, organización política indígena de gran trayectoria organizativa a nivel nacional y vocera del Congreso Nacional Indígena (CNI), aparece por primera vez en la escena política electoral a nivel nacional desafiando no sólo a las instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), sino también a la estructura elitista y vertical del sistema partidario de México al registrarse como candidata independiente a la presidencia sin recurrir a ninguna subvención que oficialmente brinda el INE a los partidos políticos en estos procesos electorales a nivel nacional.

Esta resistencia de carácter autogestivo, es clara muestra de las formas de organización colectiva de los pueblos indígenas de México, sobre todo de aquellos pueblos que mantienen procesos de resistencia autonómica en sus territorios, tales como los zapatistas de Chiapas, Cherán en Michoacán, los indígenas de la Costa y Montaña de Guerrero entre otros a lo largo y ancho del país.

El reto de la candidata Marichuy es grande pero los obstáculos que ha tenido que atravesar su organización ha sido dramática y eso afianza su inclaudicable camino hacia una contienda electoral nunca antes advertida por las organizaciones indígenas del país.

Frente a situaciones de discriminación y exclusión política lograron poco antes del 14 de octubre del 2017 (fecha límite para la inscripción de candidatos independientes) más de 800 mil firmas que requiere el INE, logrando hasta entonces uno de los mejores resultados con un promedio de 3.5 atribuyéndose, en conjunto con sus colaboradores dentro de su organización política, un total de 12,379 firmas.

Con base en otra experiencia de campañas alternativas como “La Otra Campaña” (2005) del ELZN, el caso de la candidata indígena nahua Marichuy me parece un ejemplo claro de una capacidad y potencialidad protagónica indígena verdaderamente desafiante en el marco del sistema de partidos y del modelo electoral que impera en México y en toda américa latina. Esto lo menciono porque en México, especialmente el tema indígena ha estado recluido históricamente (al menos desde principios del siglo XX) a una agenda nacional atravesada por una institucionalidad azotada, primero por un régimen partidario anquilosado en sus pretensiones centralistas y, segundo, por los vaivenes estructurales de los grupos políticos del país con el cambio de siglo.

El tema de la autonomía comunitaria y territorial ha sido un despunte de las resistencias aborígenes que día con día brotan en los territorios de un gran país marcado por una colosal centralización política y por la exclusión sistemática de los aparatos de representación política de los pueblos, pero también por la incisiva regulación estatal de estos.

Al igual que Nicaragua, la exclusión de las formas de organización política de los pueblos indígenas frente al modelo de partidos y el sistema electoral hegemónico que favorece las dinámicas convencionales del sufragio universal excluyendo otras formas de elección y participación política bajo la rúbrica de la democracia representativa, impera en México en relativa medida así como en el resto del continente.

Lo que hace importante esta campaña indígena de la candidata independiente Marichuy, es que surge de las bases del Congreso Nacional Indígena (CNI) que es un espacio intercultural donde convergen todos los pueblos indígenas, afromexicanos y mestizos de México para fortalecer, como lo indican ellos mismos, “[sus] luchas de resistencia y rebeldía, con nuestras propias formas de organización, de representación y toma de decisiones”.

Es decir, desde las formas tradicionales de elección de los pueblos originarios de México con la particularidad de que en esta ocasión dicha elección consuetudinaria fue diseñada de manera conjunta e integral a escala nacional entre todas las organizaciones indígenas del país para lanzar una plataforma política nacional en la que constituyen una candidatura alternativa bajo los procedimientos convencionales de la democracia presidencial, tal como ocurrió con la articulación de decenas de organizaciones indígenas convenidas en el Movimiento Al Socialismo (MAS) que catapultó al indígena Aymara Evo Morales a la presidencia de Bolivia en el año 2006.

Otra cuestión que es vital rescatar de esta primera contienda nacional para los pueblos originarios y afromexicanos, es que el papel articulador y sinérgico de la candidata Marichuy no es en calidad de una candidatura tradicional como las demás, sino que más bien su protagonismo va más allá: ser esencialmente vocera de los pueblos indígenas. Es decir, la figura de Marichuy es, como algunos analistas indican: una “no-candidata” porque su finalidad no es el poder estatal-nacional, sino más bien posicionar la voz de los pueblos indígenas a nivel nacional, sus luchas y las luchas de amplios sectores de la sociedad que aspiran a un cambio profundo en la política mexicana.

Hacia una campaña alternativa para la Moskitia

Ante la ausencia de instituciones indígenas e interculturales propias en la Moskitia no podríamos posicionarnos tan firmemente como bien lo ha hecho el CNI en México. El CNI fue constituido dos años después del levantamiento indígena zapatista en el sureste mexicano, en enero de 1994 en el Estado de Chiapas y, muy a pesar de los fallidos acuerdos con el Estado mexicano para lograr un reconocimiento pleno de la autonomía zapatista, el Congreso Nacional Indígena logró un avance promisorio en la resistencia indígena no solamente del Estado de Chiapas, sino de otros pueblos indígenas en otras latitudes del país.

Por otro lado, en los últimos 3 años el tajante aislamiento de la escena política de YATAMA por parte del régimen, la propuesta para recuperar un sentido político estructurador para la plataforma de YATAMA sería emprender una campaña que refunde a la región de manera integral.

Para esta misión necesitamos refundar, antes que nada, las entrañas de la organización YATAMA para orientarnos como región hacia un proyecto plurinacional, intercultural, sostenible y decolonial.

En esta mirada se propone constituir de facto y de jure una organización que contemple la confederación de los pueblos originarios e interculturales de la región. Para ello, será importante generar consenso con los 6 grupos culturales desde un profundo proceso asambleísta para resistir a la influencia de los partidos políticos.

Resistir al modelo electoral imperante pero a la vez organizándose en asambleas de facto se podrá fortalecer el tejido tradicional de las formas de organización social y sus instituciones políticas tradicionales pero a nivel de todos los grupos culturales para fortalecer sus estructuras a lo interno, con miras a la regionalización de un modelo inter-étnico de corte asambleístico tal como se organiza la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) en el Ecuador.

Solamente a través del asambleísmo regional podremos cuajar y reafirmar una plataforma política integral que nos permita lanzar una campaña alternativa para la Moskitia tal como lo está planteando el CNI en México con una candidata indígena desde una estructura no-partidaria pero sí desde una plataforma política integral, de base y con garantías de una amplia capa popular nacional con amplios sectores de la sociedad mexicana donde confluyen indígenas, campesinos, maestros, movimientos sociales y una gama de organizaciones políticas progresistas que han apostado a una estrategia completamente diferente tanto en su estructura de base, así como en su articulación orgánica, movilización social y en su proyecto político.

No es necesario desatender el asambleísmo comunitario para apostar a una campaña de esta índole, pues, la racionalidad de una plataforma de esta magnitud yace en su constitución social y configuración política. Es decir, que no puede existir contradicción entre la estructura social colectiva de los pueblos indígenas e interculturales de la Moskitia con el sistema electivo dominante porque, para empezar, el primero es una plataforma genuinamente diseñada desde las bases comunitarias y la segunda es únicamente un protocolo, un tutorial de inscripción en la escena, un requerimiento puramente institucional. Para explicarme mejor: en una proyección sociopolítica integral para la Moskitia donde la nueva estructura de YATAMA sería vocera de la lucha indígena, afrodescendiente y mestiza de la Moskitia con un nuevo protagonismo intercultural pero en un nuevo escenario nacional.

Tanto las firmas del MAS en Bolivia como el CNI en México cumplieron con los requerimientos institucionales partiendo desde estructuras tradicionales de elección y participación popular.

Ya han pasado casi dos años desde aquella conversación con el Ta Upla y me parece oportuno recordarle al máximo dirigente de la organización indígena con más competencias políticas en el continente latinoamericano, que la racionalidad de un proyecto societal alternativo que rompa con la rancia estructura administrativa municipalista y refunde a nuestra región no se logrará si no asumimos una nueva campaña regional, nacional e internacional como la del CNI en México.

Ya contamos con una plataforma sólida que muy a pesar de todo ha resistido a los embates del centralismo político pero necesita refundarse con urgencia. Los mismos militantes de YATAMA lo reconocen. Cual Déjà vu, el modelo político-partidario-centralizado de Nicaragua se ha anquilosado nuevamente en un sistema vertical y excluyente y el asambleismo independiente, como principio, parece ser la apuesta para fortalecer el tejido de la resistencia regional.

La invitación será para deconstruir precisamente los lineamientos (y sus vicios) asentados en la plataforma de YATAMA y reorganizarla para apostar a un nuevo horizonte de sentido que no nada más nos permita fortalecer el asambleísmo regional, sino también alcanzar un nuevo marco de participación a nivel nacional no solamente con escaños limitados en la asamblea nacional, sino también apostar a una candidatura presidencial independiente desde la plataforma de los Hijos de la Madre Tierra para trascender los márgenes establecidos por el Estado.

Es decir, cultivar una nueva politicidad regional que nos permita catapultar un proyecto societal alternativo para la región que se alinee con otras resistencias del movimiento indígena continental e internacional en su tenaz búsqueda de una salida a la crisis ecológica planetaria y la necesidad misma de deconstruir los jerarquicos modelos estatales.

Esta politicidad, como expliqué en otro artículo, está enclavada dentro de la lucha por la tierra, la defensa del territorio, los recursos naturales, la vida y la refundación de la autonomía porque precisamente, es esta agencia político-discursiva la que nos enunciará a nivel regional, nacional e internacionalmente como una campaña alternativa de la Moskitia.

Esta campaña será la genuina racionalidad de nuestra interpelación política porque, aún partiendo de nuestra experiencia organizativa regional (la asamblea, la comunalidad, las instituciones tradicionales de toma de decisiones públicas, etc), no contradecirá la ley del modelo electoral imperante. Será, al igual que Marichuy en México, una nueva pero potencial experiencia en la política nacional que sin duda refundará la estructura del mismo Estado.